La Comisión Europea ha propuesto este pasado 2015 revisar la normativa sobre etiquetaje de eficiencia energética de los aparatos electrónicos como parte de la Estrategia para la Unión Energética. La propuesta de revisión pretende mejorar la coherencia del sistema y permitir que los consumidores puedan tomar decisiones con suficiente conocimiento de causa que les ayuden a ahorrar energía y dinero. Además, se hace eco del principio de la Unión Energética según el cual la eficiencia energética tiene que ser prioritaria. La propuesta se debatirá este año 2016 en el Parlamento y en el Consejo y podría entrar en vigor en cinco años.
¿Qué propone la Comisión?
Principalmente dos medidas. La creación, por un lado, de una única escala de etiquetaje energético que vaya de la «A a la G». Y es que actualmente la eficiencia energética de los aparatos electrónicos se clasifica en diferentes escalas (de la «A a la G», de la «A+++ a la D», etc.), dando lugar a tomas de decisión erróneas y confusas.
En segundo lugar, la Comisión propone crear una base de datos digital de los nuevos aparatos eléctricos energéticamente eficientes. Así, cualquier nuevo aparato electrónico que se comercialice en el mercado europeo, se registraría en dicha base de datos para permitir una mayor transparencia y facilitar la supervisión del mercado por parte de las administraciones nacionales.
¿Por qué una sola etiqueta energética? La actual etiqueta energética de la UE ha demostrado su eficacia desde su implantación en 1995. Y es que el 85% de los consumidores europeos se fijan en la información que aporta ésta en el momento de comprar un aparato eléctrico.
También ha impulsado la innovación de la industria. Cuando se crearon las etiquetas energéticas en 1995 la peor nota era la G y la mejor la A, pero los electrodomésticos actuales han alcanzado cuotas de eficiencia muy superiores: así nacieron las categorías A+, A++ y A+++. Esta mejora ha provocado, a su vez, la desaparición de aparatos con calificaciones por debajo de la A, lo cual es muy positivo. Pero también presenta un aspecto negativo, pues conlleva una toma de decisiones errónea: cuando un consumidor va a escoger el aparato más eficiente puede pensar que, si escoge uno de la clase «A+», estará comprando uno de los más eficientes del mercado cuando, de hecho, puede estar comprando uno de los que menos lo son.
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Por todo ello, y para que a los consumidores les resulte más fácil entender la clasificación y comparar la eficiencia energética de los aparatos eléctricos, la Comisión Europea propone que haya una nueva y única etiqueta energética que vaya de la «A a la G». Esto alentará los consumidores a comprar aparatos más eficientes, reducirá el consumo de energía y en definitiva tendrá un impacto positivo en la factura de la luz.
En cuanto a las razones para crear una base de datos digital, se calcula que entre un 10% y un 25% de los aparatos que se comercializan en Europa no cumplen la normativa sobre el etiquetaje de la eficiencia energética. A raíz de este incumplimiento se pierde casi el 10% del ahorro energético previsto. La causa la tenemos que buscar, en parte, en la supervisión insuficiente por parte de las administraciones nacionales de vigilancia y supervisión del mercado.
Para mejorar esta supervisión, la Comisión propone crear una base de datos de los aparatos eléctricos en la que fabricantes e importadores registren sus aparatos introduciendo una información que de todas formas ya es obligatorio notificar según la normativa actual. De esta forma, las administraciones de los Estados miembros responsables de que se aplique la normativa dispondrían fácilmente de información sobre la conformidad de los aparatos eléctricos en lugar de tener que pedir reiteradamente esta información a los fabricantes.
La base de datos también permitiría que consumidores y distribuidores dispongan de información sobre la etiqueta energética digitalizada y sobre cada aparato. En definitiva, aportaría una mayor transparencia.
¿En qué punto se encuentra la propuesta? Actualmente (enero de 2016) ya se ha enviado al Parlamento Europeo y al Consejo para su estudio, y habrá una primera lectura (votación) en mayo. Se calcula que el proceso para su aprobación durará un año. Una vez los colegisladores hayan dado su visto bueno, la Comisión aplicará estos cambios a los grupos de productos que tienen una etiqueta energética en un plazo de cinco años.
Está previsto que el nuevo sistema genere un ahorro adicional de energía equivalente al consumo energético anual de los tres países bálticos (200 TWh al año el 2030). Concretamente, la nueva etiqueta energética generará a los consumidores un ahorro adicional de 15 euros el año, que se añadirán al ahorro actual de 465 euros al año de tal forma que, en total, cada casa se ahorrará 480 euros por año.
En cuanto a las ventajas para fabricantes y minoristas, la Comisión Europea calcula que la nueva etiqueta energética supondrá para los fabricantes y minoristas un aumento de ingresos superior a los 10.000 millones de euros por año. En primer lugar, mejorará una herramienta de marketing muy popular que más del 85% de los consumidores tienen en cuenta en el momento de compra; reducirá el riesgo de confusión de los consumidores y, por tanto, mejorará la seguridad jurídica y el grado de cumplimento de la normativa; y reducirá la carga administrativa gracias al registro de los aparatos eléctricos en una sola base de datos y a la descarga electrónica de la etiqueta digital.
Estos ingresos adicionales de 10.000 millones de euros habrá que sumarlos a los 55.000 millones de euros por año que ya se generan actualmente; todo ello representará unos ingresos totales de 65.000 millones de euros por año.
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Recordamos que en estos momentos, los aparatos eficientes desde el punto de vista energético están regulados por dos directivas de la UE:
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- La Directiva sobre el establecimiento de los requisitos de diseño ecológico de los productos relacionados con la energía (Directiva 2009/125/CE), que constituye la herramienta fundamental para mejorar la eficiencia energética de los aparatos electrónicos.
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- La Directiva sobre el etiquetaje energético (Directiva 2010/30/UE), gracias a la cual el consumidor puede escoger los aparatos más eficientes.
La aprobación de la propuesta estaría en línea con los acuerdos tomados el pasado mes de octubre por los líderes de la UE, quienes aprovecharon de cara al 2030 un marco estratégico en materia de política energética y lucha contra el cambio climático y decidieron redoblar los esfuerzos en materia de atenuación o mitigación del cambio climático. El objetivo planteado de reducir los gases de efecto invernadero en un 40% va acompañado de otro por hacer aumentar la cuota de las energías renovables como mínimo en un 27 % de aquí al 2030, que antes del 2020 se revisará para subirlo hasta al 30%.
Tal y como hemos dicho al inicio, el 25 de febrero de 2015 la Comisión anunció su Estrategia Marco para una Unión Energética resiliente y una política de futuro de lucha contra el cambio climático. Esta propuesta de la Comisión contribuirá a hacer realidad el principio de la Unión Energética según el cual la eficiencia energética ha de ser prioritaria.
Mientras tanto…
Numerosos agentes, asociaciones, y organizaciones han desarrollado iniciativas para que, mientras llega una nueva regulación sobre etiquetas de eficiencia energética, el consumidor tenga la mayor cantidad de información posible, y así poder comparar y comprar un aparato según sus expectativas. Destacamos aquí algunas de ellas, como el Proyecto MarketWatch (http://www.market-watch.es/). Esta campaña parte de la pregunta «¿Encuentran los consumidores la información en el punto de venta?». A partir de aquí, ha desarrollado un análisis para comprobar si los aparatos a la venta siguen las regulaciones de la UE y exponen de forma clara la información de la etiqueta energética.
Entre las principales actividades del proyecto, los socios han realizado visitas a comercios de venta de electrodomésticos, tanto físicas como tiendas on-line, revisando el etiquetado energético de los productos. Hasta la fecha, se han revisado más de 70.000 etiquetas energéticas en más de 400 tiendas visitadas (datos globales del proyecto). Estas visitas se han realizado a lo largo de tres rondas desarrolladas en tres años.
El grado de cumplimiento está en el 57%. En las tiendas físicas la razón para incumplir las obligaciones puede ser el no colocar la etiqueta en un lugar visible, o simplemente no facilitar dicha información. Pero son las tiendas online las que peores resultados obtienen. En la segunda ronda de visitas realizada a principios de 2015, ECODES visitó 10 tiendas de dominio.es, encontrando que sólo el 13% de los productos revisados estaban etiquetados correctamente. En estos casos, se ha procedido a notificar a la tienda el incumplimiento de sus obligaciones de información y, según Mónica Vidal, de ECODES, a raíz de dicha comunicación «han mejorado la información de la etiqueta». «También se ha informado a las autoridades que tienen que vigilar la obligatoriedad de la Directiva».
Además, para comprobar si la información de la etiqueta se corresponde con la realidad del producto, se han realizado test de productos en laboratorios independientes acreditados. Los resultados de estos ensayos se publicarán en los próximos meses.
El proyecto MarketWatch está co-financiado por el programa Intelligent Energy Europe, de la Unión Europea, y cuenta con ECODES como socio a nivel nacional.
Por su parte, ecoGator (http://www.ecogator.es/) es una aplicación que te escoge el electrodoméstico más eficiente en función de tus necesidades. Esta app gratuita ha recibido el Premio Europeo de la Energía Sostenible 2015 en la categoría «Eficiencia Energética» y ha sido impulsada en España por Ecoserveis. Cuenta con una comunidad de 18.000 usuarios, siendo Alemania y Austria los países donde mayor uso ha registrado (26 y 25% respectivamente). Sólo un 4% de sus usuarios proceden de nuestro país.
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Pero, ¿cómo funciona exactamente ecoGator? La app permite comparar entre electrodomésticos, televisores y sistemas de iluminación domésticos analizando el consumo medio que tendrán a lo largo de su vida útil, tal y como nos explica Oriol Gimenez, de Ecoserveis. Para ello, lee y procesa los datos de la etiqueta energética, calcula el coste de la electricidad que consumirá el aparato y clasifica los aparatos analizados mediante un semáforo, en función de su eficiencia. Además, permite crear listas personalizadas de productos, aconseja sobre cómo ahorrar energía en el hogar, propone retos de ahorro y difunde noticias, entre otras características.
ecoGator es una apuesta de myEcoNavigation y forma parte del programa Intelligent Energy Europe (IEE) de la Unión Europea.
Finalmente, hay que mencionarla herramienta
Eurotopten.es
(http://www.eurotopten.es/) de WWF para fomentar la eficiencia energética y el cambio de hábitos por parte de la ciudadanía. El proyecto nació en Suiza en 2006 y hoy ya está presente en 16 países europeos, llevándose a cabo también en China y Chile.
El objetivo final es implicar al consumidor, que éste «también se responsabilice con el medio ambiente», afirma Dimitri Barua, de la Comisión Europea. Para conseguirlo, TopTen ofrece una lista de productos, clasificados según criterios independientes de los fabricantes y distribuidores comerciales (la metodología de selección está disponible en su página web). La herramienta contiene 13 categorías de productos, entre ellos electrodomésticos, equipos electrónicos y de oficina, iluminación y climatización, y ventanas. Además, la página española ofrece a Ayuntamientos y otras Administraciones Públicas asesoramiento para que puedan introducir criterios de eficiencia energética en sus documentos de licitación. Finalmente, los consumidores pueden encontrar información sobre el ahorro energético en sus hogares y el consumo responsable.
Los principales impactos de TopTen son tanto cualitativos, como cuantitativos. Cualitativos porque contribuyen a que una serie de actores (como por ejemplo los consumidores, fabricantes, políticos, técnicos de licitaciones, etc.) tomen mejores decisiones y así inciden al cambio de los mercados. Por otra parte son cuantitativos porque por las actividades del TopTen se ahorran cada año unos 600 GWh, unos 120.000 euros y unas 276.000 tn de CO2 en los países que este proyecto tiene lugar, según datos de WWF España.
Desde 2009 TopTen está financiado por la Comisión Europea, primero por el programa Intelligent Energy Europe (IEE) y desde 2015 por el programa Horizonte 2020.
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