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Los cuatro puntos de la cuestión del agua

Lucio, Antonio

Ecosostenible, 22 de Marzo de 2016, Editorial Wolters Kluwer España

Comprometiendo a las religiones en la búsqueda de un mundo más sostenible

En el «Informe anual del Worldwatch Institute sobre progreso hacia una sociedad sostenible» del año 2002 (1) , se incluía un artículo de su director de investigaciones y proyectos, Gary Gardner, con el título «comprometiendo a las religiones en la búsqueda de un mundo sostenible» (2) . Estaban recientes, entonces, las campañas contra las extracciones petrolíferas en el Refugio Nacional Ártico de Vida Silvestre de Alaska. Una le llamó la atención especialmente, la que acometieron el histórico Sierra Club y el Consejo Nacional de las Iglesias. Esto le llevó a realizar un estudio de la cuestión, concluyendo que, en aquellos primeros años del milenio, «casi todas las tradiciones religiosas, desde las grandes religiones centralizadas hasta los guías espirituales de pequeñas comunidades tribales, comienzan a preocuparse por lo que para algunos constituye el mayor desafío de esta época: la necesidad de construir sociedades justas y que no dañen el medio ambiente». En ese contexto también habría de entenderse la reciente encíclica del papa Francisco, «Laudato si». Ella misma hace una constante remisión a las numerosas manifestaciones de la propia Iglesia Católica a lo largo de las últimas dos décadas, en especial de conferencias episcopales de todo el mundo (3) .

Empezando por las premisas

«Lo que está pasando en nuestra casa» es el título del segundo capítulo de la encíclica del papa Francisco «Laudato Si. Sobre el cuidado de la casa común». A lo largo del mismo, en sucesivos apartados se ocupa, literalmente, de: la contaminación y el cambio climático, de la cuestión del agua, de la pérdida de biodiversidad, del deterioro de la calidad de la vida humana y de la degradación social, de la inequidad planetaria.

Sobre «la cuestión del agua», comienza la encíclica aludiendo a los indicadores que nos vienen hablando del «agotamiento de los recursos hídricos», y, recordando dos premisas, que se repiten a lo largo del mensaje pontificio. La primera advierte de la imposibilidad de sostener el actual nivel de consumo de dos ámbitos, a saber, por un lado, «los países más desarrollados», y, por otro, «los sectores más ricos de las sociedades»; a los que atribuye «el hábito de gastar y tirar» hasta niveles inauditos. La segunda invoca la superación de «ciertos límites máximos de explotación del planeta», sin que tal dimensión de uso haya servido para resolver «el problema de la pobreza».

Ha de reconocerse en estas dos premisas una expresión sintética y lograda del escenario complejo de referencia de las grandes agendas y las correlativas grandes cumbres globales sobre medio ambiente tan presentes para todos nosotros.

Los cuatro puntos de la cuestión del agua

Aborda la encíclica la cuestión del agua a través de cuatro parágrafos, dedicados a los siguientes aspectos: el agua potable y limpia, la calidad del agua disponible para los pobres, la tendencia a privatizar el recurso, y el efecto sobre el costo de los alimentos de la escasez de agua. Resaltamos el hecho de esta elección de prioridades. No es baladí, se percibe muy reflexionada, bajo la exigencia de tener que ir a lo esencial, propia de un mensaje de la naturaleza de la encíclica.

Siendo conscientes todos, de las la complejidad y lo inabarcable de una cuestión como la que nos ocupa, no deja de ser útil, y de recibo para otros ámbitos considerar estos cuatro puntos como lo esencial de la cuestión del agua.

Veámoslos un poco más de cerca, a la luz del mensaje breve del papa Francisco.

Punto primero: El agua potable y limpia, en general

Que «el agua potable y limpia representa una cuestión de primera importancia», es algo bien sabido, y reconocido por todos. Pero no lo es tanto, aunque sorprenda, una de las dos razones inmediatas de las que se deriva esa «primera importancia», de acuerdo con la encíclica. «Porque es indispensable para la vida humana» constituye la primera razón invocada, y, obviamente, sí es de general reconocimiento. Pero la segunda razón, «porque es indispensable para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos» no lo es. Por no irnos lejos de nosotros mismos, recordemos que en la «atmosfera de ideas e inercias» del debate, eterno debate, sobre la planificación de los recursos hidrológicos en España, la valoración ambiental de los ecosistemas hídricos, más allá de sus utilidades productivas, es aún un aspecto jurídicamente emergente y socialmente en precario, dependiente de la custodia «europea».

Es mencionada la utilidad humana del agua dulce asociada a los «sectores sanitarios, agropecuarios e industriales», para seguidamente recordar las demandas de las grandes ciudades en cuento almacenamiento de agua, y concluir en el desequilibrio entre oferta y demanda en muchos lugares, donde ésta supera la oferta sostenible, derivándose momentos críticos periódicos; complicándose a su vez graves problemas a largo plazo. Respecto a esos momentos críticos, se denuncia, en la encíclica una administración no siempre adecuada e imparcial.

En especial, se menciona el caso de África, y de su «pobreza del agua social», en términos de acceso «al agua potable segura» o de sequias que «dificultan la producción de alimentos». Dando, con ello, pie al siguiente parágrafo, la calidad del agua disponible para los pobres. Pero antes de pasar a ello, recapitulemos.

De este parágrafo se extraen algunas aportaciones vitales para la definición de la agenda del agua:

  • - El reconocimiento de los ecosistemas terrestres y acuáticos, de su mantenimiento, como razón de la importancia primera del agua, junto con su utilidad directa para la vida humana.
  • - La advertencia frente a los desequilibrios entre oferta sostenible y demanda.
  • - La denuncia de la gobernanza no siempre adecuada y con imparcialidad, en los casos críticos.

En particular, la calidad del agua disponible para los pobres

«Un problema especialmente serio» es éste, «que provoca muchas muertes todos los días». Recordemos las cifras y tipología de estas muertes: «Se estima que unos 1000 millones de personas no tienen garantizado el acceso al agua potable, lo que motiva, según Naciones Unidas, unas 10.000 muertes diarias, en su mayoría de niños y niñas de menos de 5 años; estimaciones que tan sólo consideran las muertes por diarrea, es decir, por contaminación biológica. En estas estadísticas oficiales se margina el impacto de la contaminación por metales pesados y otros tóxicos letales, procedentes de vertidos industriales, mineros e incluso de la masiva utilización de pesticidas agrarios, que envenenan poco a poco a millones de personas» (4) .

Volviendo a la encíclica, apreciando su criterio, relaciona la causa de las sustancias químicas, además de los microorganismos, en las enfermedades relacionadas con el agua. Queda bien advertido este doble frente.

Respecto a la contaminación biológica, se menciona a «la diarrea y el cólera», causados por «servicios higiénicos y provisión de agua inadecuados».

Pero más allá de ese ámbito de déficit de dotación pública y doméstica, se pone el dedo en la llaga de ese segundo ámbito de contaminación letal, a saber, «algunas actividades extractivas, agrícolas e industriales», que producen la contaminación de «las aguas subterráneas». Se precisa como esto sucede, sobre todo, en «países donde no hay reglamentación y controles suficientes».

Se añade un tercer frente, las sustancias químicas del ámbito doméstico, «los detergentes y productos químicos que utiliza la población en muchos lugares del mundo» que «siguen derramándose en ríos, lagos y mares».

En conclusión, de cara a la determinación de la agenda del agua, subrayamos:

  • - El reconocimiento de la especificidad, la dimensión y la relevancia de la cuestión en relación a los países pobres.
  • - La identificación, en este contexto de países pobres, de tres grandes frentes de producción de la contaminación del agua y, por consiguiente, de enfermedad y muerte, yendo más allá de la contaminación biológica, considerando la contaminación química de las aguas subterráneas derivada de las actividades productivas; así como la contaminación química de aguas superficiales por aguas usadas domésticas sin tratar.
  • - La ausencia de reglamentación y controles respecto a ciertas actividades productivas, en los países pobres, como causa coadyuvante de enfermedades y muertes.

La amenaza de la tendencia a privatizar este recurso. Y la declaración derechos consiguiente

La consideración de este recurso como mercancía, regulada conforme a las leyes del mercado, y por tanto, susceptible de privatización, es objeto de denuncia en el encíclica. En este sentido, se refiere a la tendencia privatizadora de este recurso (derivada de las premisas anteriores), como amenaza paralela a la del propio deterioro de la calidad del agua.

Frente a dicha amenaza se hace el siguiente ejercicio declarativo en la encíclica: «el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los derechos humanos ».

De la mano de la anterior declaración, en cuanto los se hace otra de reconocimiento de una deuda social de agua, con los pobres que no tienen acceso al agua potable. No tener ese acceso es «negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable».

Se precisan los términos de esa «deuda social de agua», a saber:

  • - Más infraestructuras y servicios, más financiación para ello. O dicho en palabras de la encíclica, «más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos más pobres».
  • - Pero también más educación y cultura sobre el agua. Se advierte en la propia encíclica «la existencia de derroches de agua no sólo en los países desarrollados, sino también en los países menos desarrollados, que poseen grandes reservas de agua». Porque «no hay conciencia de la gravedad de estas conductas en un contexto de gran inequidad».

Son conclusiones para la agenda del agua:

  • - La denuncia contra la privatización del agua, y de su premisa de considerarlo como mercancía, regulado por las leyes del mercado.
  • - La declaración del derecho al acceso al agua potable y segura como un derecho humano básico, condición para el ejercicio de los derechos humanos.
  • - La declaración de una deuda social de agua con los más pobres.
  • - La importancia de la educación para evitar el derroche de agua en países pobres, por falta de sentido de la gravedad de estas conductas, dado el contexto de inequidad.

La otra amenaza, la escasez del agua y el costo de los alimentos. Riesgo de conflictos

Se relaciona la escasez de agua con su efecto en el costo de los alimentos y productos que dependen de su uso. Y se recuerda los estudios que estiman riesgos de escasez en el futuro de las próximas décadas, si no se actúa con urgencia.

En ese sentido, y ante tal escenario, se puntualiza:

  • - El ámbito de los que podrán venir a sufrir esos impactos: millones de personas.
  • - En contraste con el hecho de la previsibilidad de que unas pocas grandes empresas multinacionales vengan a controlar el agua.
  • - Constituyéndose la amenaza de que tal situación se convierta en una de las principales fuentes de conflicto de este siglo.

Son estos tres puntos las conclusiones que podrán deducirse, para la agenda del agua, de este cuatro punto, que bien podría definirse de «seguridad y agua»; estando en coherencia con la prevención ante la privatización.

Resumen de los cuatro puntos

A la vista del contenido de los cuatro puntos sobre los que se centra el mensaje del papa sobre el agua, bien podríamos intentar interpretarlos en conceptos más técnicos de agenda pública como:

  • 1. Gobernanza regional del agua: mediante políticas públicas que garanticen que las cuencas (en si o en vecindad, entendemos) vengan a mantenerse en equilibrio, en términos de demanda y oferta sostenible, con consiguiente garantía de acceso equitativo y de mantenimiento de los ecosistemas terrestres e hídricos.
  • 2. Cooperación al desarrollo urgente, a fin de evitar la contaminación del agua y sus muertes y enfermedades asociadas. Proveer a los países pobres de las infraestructuras y servicios públicos (de tratamiento y depuración). Propiciar marcos de regulación y control. Proveer educación al respecto.
  • 3. Reconocimiento del derecho humano básico de acceso al agua potable y segura. Con la consecuencia de evitar e impedirse la privatización del agua.
  • 4. Reconocimiento del problema de seguridad derivada de la cuestión el agua, y de las amenazas que le afectan, en especial respecto a su calidad, y a su privatización.

Epílogo

Arrojo Agudo, con ocasión de referirse a los antecedentes de las obras hidráulicas (5) , ha comentado ciertas implicaciones religiosas en los primeros pasos de la gestión del agua en los Estados Unidos durante la colonización del Oeste. «En América del Norte, la apasionante, y a menudo brutal historia de la colonización del Oeste tuvo en el agua uno de los elementos clave de su vertebración». Y ha distinguido entre como se hizo ésta desde el sur, por los frailes españoles, entre ellos Junípero Serra. Y como se hizo desde el Este por los mormones.

«La colonización mormona de lo que hoy es el Medio Oeste de Estados Unidos, a pesar de carecer de tradición alguna de técnica de regadío, asumirá el reto de reverdecer el desierto desde sus mitos y creencias religiosas, para gloria de Dios. Se trataba de ejecuta un mandato de la Biblia mormona: colonizar la tierra que había sido prometida al pueblo elegido, es decir, al pueblo mormón, expulsado de Europa y protagonista de una larga peregrinación. Esta tierra era el desierto comprendido entre el Green River y el Snake River. Con el tiempo, lo que empezaron siendo transformaciones exitosas en las riberas de los ríos que surcaban las estepas se iría turnando en amargos fracasos, a medida que los colonos se adentraban en terrenos esteparios con malas condiciones de drenaje, donde los procesos de salinización y encharcamiento arruinaban las cosechas».

Precisamente el Green River se recuerda como punto de origen de los colonos que se vieron acosados por un joven guerrero indio, que pasaría convertirse en un símbolo del mensaje ambientalista y religioso. Nos referimos al jefe Seatle, a Noah Sealth (6) , y a su discurso de enero de 1858, mencionado y trasmitido por el Dr. Henry A. Smith -en el Seattle Sunday Star- en 1887, comúnmente conocido como «Respuesta del Jefe Seattle» a la propuesta del presidente Franklin Pierce para crear una reserva india y acabar con los enfrentamientos entre indios y blancos. Suponía el despojo de las tierras indias (7) . Se invocaba al agua en esta «Respuesta»:

«El agua cristalina que corre por los ríos y arroyuelos no es solamente agua, sino que también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada, y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también los suyos, y por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano».

Pero convendría terminar esta historia advirtiendo (de la mano de Arrojo Aguado (8) ) que en aquellas tierras, en aquellos siglos de experiencia traumática de «encuentro» entre dos mundos, hubo por parte de los recién llegados «otro modo de entender el agua», que nos es muy cercano, y que también tuvo un punto de conexión religioso, a saber: «los primeros hombres blancos que colonizaron el lejano Oeste procedían del sur, es decir, de México: eran los misioneros españoles que se instalaron en la costa californiana, desde Los Ángeles hasta San Francisco. Sería justamente en aquellas misiones donde el mallorquín Fray Junípero Serra y sus monjes implantarían los primeros regadíos aplicando las depuradas técnicas del drenaje árabe que les eran familiares».

(1)

Editado en España por «Editorial Icaria» junto a la «Fundación Hogar del Empleado».

http://www.fuhem.es/media/cdv/file/biblioteca/Situación%20del%20Mundo/Situación%20del%20Mundo%202003.pdf

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(2)

La versión original: «Engaging Religion in the Quest for a Sustainable World».

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(3)

En ese sentido, hay testimonios de unas veinte conferencias, de los cinco continentes. Se advierte la ausencia de la española.

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(4)

Arrojo, Pedro: «El agua, ¿bien común o negocio?»; en «Más claro agua,…», editorial Traficantes de Sueños; 2014, pág. 33.

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(5)

«El Plan hidrológico nacional. Una citada frustrada con la historia». Editorial RBA. Integral. 2003. Páginas 16-17.

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(6)

(1786-1866). Fue el líder de las tribus amerindias suquamish y duwamish en lo que ahora se conoce como el estado de Washington de los Estados Unidos. Siendo una figura prominente entre su gente, se convirtió al catolicismo.

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(7)

En el año 1855 se firmó el tratado de Point Elliot, con el que se consumaba el despojo de las tierras a los nativos indios.

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(8)

«El Plan hidrológico nacional. Una citada frustrada con la historia». Editorial RBA. Integral. 2003. Páginas 16-17.

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